¿Son los adolescentes de hoy feminicidas
en potencia?

Sandra Chaher
 
¿Tu hijo podría ser Jamie? Seguro tenés razones para decir que no, pero seguro también te hiciste la pregunta después de ver “Adolescencia”. 
La serie plantea inquietudes en relación a las adolescencias hoy, y particularmente sobre la construcción de las masculinidades: ¿Qué acercamiento hacemos a las problemáticas complejas: las desconocemos y abordamos como pústulas en un cuerpo sano o tratamos de ver el sistema en su conjunto y qué responsabilidad tenemos las personas adultas y las instituciones en cada caso? Lo más interesante son justamente las dudas y reflexiones que instala; las limitaciones y dolores que muestra en los personajes.
Pero también me parece -sin ser psicóloga y quizá puedo equivocarme- que Jamie reúne características psicológicas propias que explican lo que hizo, más allá del entorno social, político y emocional. La serie dedica un episodio completo a su encuentro con la psicóloga donde se ven estas aristas de carácter que le dan miedo incluso a ella y que la llevan a indicarle la continuidad del tratamiento. ¿Podría haber en Jamie un comportamiento psicopático? 
Quiero decir que veo un riesgo de demonización social de la adolescencia masculina a partir de la serie. Me parece súper importante que debatamos sobre la manósfera y en general sobre las culturas digitales en las que está inmersa la adolescencia -tanto femenina como masculina-, pero los adolescentes varones no son feminicidas potenciales como tampoco lo son los varones adultos. 
Podemos caer en la tentación de explicar la conducta de Jamie fundamentalmente a través de ese contexto, generando una alarma sobre un mundo digital oculto a la mirada adulta que formatea a los adolescentes en la misoginia y la violencia. 
La manósfera existe. Es sexista, recalcitrante y fue el nido que incubó hechos feminicidas en todo el mundo. A la vez, en ese ambiente se promueven posiciones políticas hoy alineadas con las extremas derechas globales que no solo son sexistas sino también expoliadoras de todo tipo de derechos y recursos humanos. 
Pero no es un problema sólo de los varones ni de los jóvenes en particular. Es una reacción masculina a los avances de los feminismos. Los varones sienten que ya no pueden disponer de las mujeres ni de sus servicios -individuales, pero también sociales y políticos- de la misma forma que antes. Las mujeres no queremos ocupar más las posiciones de subordinación en ningún campo. Tenemos un problema que nos involucra de forma sistémica. Con diferentes responsabilidades, claro: las mujeres no salimos a pegar ni a matar para ocupar los lugares que hasta ahora nos fueron negados. Al contrario: redoblamos esfuerzos y méritos porque sabemos que la competencia es desigual. 
Pero esto que nos sucede es parte de un mismo sistema social y político que cruje por sus enormes desigualdades de todo tipo, entre ellas de género. Y la forma de resolverlo creo que es sentándonos a debatir en conjunto mujeres, varones y trans; adolescentes y personas adultas. La línea a trazar no debería ser de género sino de compromiso con algunos valores: no violencia, cuidados, democracia, igualdad, libertad. O sea, los woke nos debemos algunos debates si queremos vivir en un mundo mejor.

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